domingo, mayo 22, 2005

Un marcado sentimiento armamentista...

“para que sus muchachos den de sí todo lo que puedan
es necesario que vean Uds. las cosas con sus ojos:
el jardín será el bosque con los bandidos escondidos en los matorrales;
la ensenada en la que Uds. pescan será la costa de Africa con los piratas de barbaria...
hasta el parque, en el centro de la ciudad,
podrá ser la gran pradera americana llena de búfalos y pieles rojas,
y el callejón estrecho se convertirá, gracias a su imaginación,
en profundas gargantas de montañas llenas de buscadores de oro.
Una vez orientados por este camino,
verán Uds. lo terrible que resulta el ejercicio rutinario
que obliga a realizar el jefe sin imaginación
y cuantas cosas se pierde sin sacar partido de ellas”.
Baden Powell

Siglo difícil el que nos toca vivir. La caída de los ideales no ha sido sin consecuencias. Las nuevas tendencias de la Ciencia marcan un claro avance tecnológico que no tiene como correlato un avance en lo social, retornándose en este campo a concepciones ideológicas del siglo XIX que reducen lo traumático a los acontecimientos, desestiman la sexualidad infantil planteando una infancia “angelical” corrompida por adultos que continuamente quieren abusar de los niños, y los juegos pasan a ser una especie de expresión de los valores que los niños van a sostener a lo largo de su vida.

En este circuito de avance – retroceso hacia una posición que se podría caracterizar por un “aggiornamiento de la época victoriana”, se sostiene que el mundo de los niños ni siquiera se asemeja al planteado por los famosos clásicos infantiles en donde suelen ocurrir cosas terribles; en esta especie de “mundo feliz” construido por pedagogos que edifican sus saberes idealizando la infancia, el escultismo en vez de tomar una distancia al menos prudencial, incorpora en el seno mismo del Método Scout las ¿nuevas tendencias educativas? en las que se plantean cientos de objetivos morales y una visión de la infancia edulcorada.

Sostenido desde la confusión de los adultos entre el mundo de la realidad y el mundo de la (su) fantasía, el jugar a los soldaditos o con una pistola, despiertan “ánimos adultos” al estilo de la mal recordada “Inquisición” ya que pareciera que el juego de los niños produce cierto escozor y extrañeza que llama a la represión sutil de cambiar el soldadito por un peluche o una pelota… como si lo inocente de dichas imágenes evitara “per se” algún destripamiento de los bellones en la búsqueda del bebé oso, o que el puntinazo pegado con toda la fuerza a la “redonda” poco tendría que ver con otras cuestiones nonc sanctas.

Pascal Bonitzer en referencia al cine mudo decía que “Ni la muerte ni el delito existen en el mundo polimorfo de la parodia en la que todos dan y reciben golpes a voluntad, en el que vuelan las tortas de crema y donde, en medio de la risa general, se derrumban los edificios. En este mundo de gesticulación pura, que es también el de los dibujos animados (un sustituto de las comedias payasas perdidas), los protagonistas son generalmente inmortales… la violencia no tiene consecuencias, no existe la culpa”. Generalmente el común de la gente disfruta de esta especie de paraíso en donde a un vagabundo le pasan muchas cosas; de la misma manera que lo hace cuando al gato Silvestre se le saltan los ojos o todo su pelaje se incendia a partir de un fósforo… ni que hablar del correcaminos y el coyote con el que tanto hemos disfrutado de niños y no nos han impedido en lo más mínimo jugarnos por la paz en la actualidad.

Los juegos de guerra en la infancia se relacionan con el mundo imaginario de la parodia… nadie muere, se discute el recorrido de las balas, y los soldaditos que hace diez minutos habían muerto son reciclados en una nueva batalla imaginaria en donde la muerte es una inexistente.

Baden Powell supo utilizar la sed de aventuras de los niños y jóvenes de su época sabiendo que al pez se lo pesca sólo con la carnada adecuada y que de lo que se trataba era convertir el juego natural infantil en un juego que permita a su vez de acuerdo a cada edad, la formación en valores ciudadanos. Tuvo clara idea de que éste mundo imaginario de los niños no tenía nada de malo en sí, y logró en convertirlo en la excusa por la que muchos ingresaron al movimiento a “jugar”, y que otras organizaciones supieron utilizar como estrategia para el trabajo con niños y jóvenes.


Quizás en la actualidad la concepción de la infancia que se propone , se encuentra prisionera de los “nuevos” prejuicios pedagógicos, retornando al menos hasta 1887 en donde se desestima el papel de la fantasía planteando implícitamente que los niños que juegan a los clásicos juegos de guerra, deportes de fricción, que andan rápido en bicicleta o cambian juguetes con otros se convertirán en el día de mañana en personas violentas, competidores a los que no le importa el otro, “pisteros” que atropellarán gente en las calles o futuros banqueros explotadores de los pobres. Aunque a algún lector le parezca exagerado ¿no es esa la concepción implícita en la pedagogía “renovada” que algunos dicen sostener?.

También es cierto que a los adultos en su comodidad, les es mucho más fácil realizar el cambio de juguetes bélicos por otro tipo de juguetes, que promover otro tipo de acciones “más jugadas” (alguna de ellas podemos encontrar en la sección Proyectos de Apuntad Alto!) que implican un compromiso con la paz a la altura de las necesidades de nuestras comunidades y nuestro país… Pablo VI dijo alguna vez “Si quieres la paz, trabaja por la justicia”… quizás allí encontremos una de las claves.

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