Autor: Pablo Romero
Once almas nómades se trasladaban con los enseres cargados en el
lomo, la fila india tenía mas sentido que nunca, porque el sendero era angosto
y porque el transito a pie estaba siendo hecho precisamente en territorio
indio, el zigzagueante andar de los arqueólogos había empezado 4 horas antes y
desde entonces la flora y fauna confirmaba que indudablemente estaban en tierra
Chaná. Manojos de paja brava, esteros y lagunas repletas de irupés y camalotes,
el chapoteo lo producían las taruchas, dorados y dientudos, las garzas se
asoleaban atiborradas de mojarras, los caranchos se lanzaban en picada, sus
ojos y garras certeras hacían blanco en
alguno de los innumerables cuises, los caracoleros estaban en su mejor momento,
la bajante había dejado las orillas repletas de caracoles, los zorzales, las
cardenillas, los mixtos, los horneros y las golondrinas canturreaban de lo
lindo, a las nutrias solo se les veía el lomo cuando nadaban entre las
correderas que desembocaban en las lagunas, los carpinchos seguramente se
encontraban entre los juncos, un espectáculo era ver las bandadas de patos
sirirí cuando aterrizaban en alguna laguna bien distante, la yarará enroscada
en un arbusto indicaba que por esos lares había que andar con precaución.
La experiencia iba a ser apasionante, desde la gran ciudad
habíamos partido los Tigres y los Águilas con planes de internarnos muchos
kilómetros isla adentro, Alazán quien oficiara de jefe de expedición desplegó
un mapa y constató con la brújula si estábamos yendo por la ruta correcta,
faltaba solo una hora para llegar a destino, nuestra meta en el mapa estaba
marcada con una cruz, esta marca no era la típica cruz que se hace cuando uno
marca sobre el mapa con un lápiz, la cruz de nuestro destino era una cruz
cristiana y estaba impresa al igual que todas las otras referencias, al
descifrar las letras chiquitisimas que estaban al pie de esta enigmática cruz,
podía leerse “Cementerio Indio”.
Nuestras charlas siempre habían rondado en torno a las
expectativas que producía en nosotros las características históricas del lugar
donde íbamos a pasar dos días entre reconocimientos y excavaciones. Lo que
nadie decía pero todos pensaban y mas ahora que nos estábamos acercando al
lugar, era la sensación de quedar enredados en alguna maldición profética
puesto que la noche de ese día la pasaríamos en el mismísimo cementerio indio.
Almorzamos sentados en el piso aprovechando la sombra de un macizo
de paja brava. El tiempo estaba pasando rapidísimo, cuando menos quise darme
cuenta, la oscuridad era total, el cielo despejado dejaba ver tantas estrellas
como nunca hubiéramos imaginado, el día había sido largo de mucho caminar y
gran trajín en el campamento, por ello seria que al momento yo era el único que
estaba levantado, muy grande fue mi sorpresa cuando recortada sobre el
contraste que producía la luna que empezaba a salir por el oriente veo venir
río abajo una canoa de tronco ahuecado con un Chaná en su postura típica, parado
con las piernas abiertas y en sus manos una caña larguisima utilizada para dar
impulso a la embarcación, .... yo sabia que dormir en el cementerio indio no
iba a ser bien visto por las almas que siempre merodean esos lugares, corrí a
toda velocidad, de un salto me meto a la carpa con tanta mala suerte que caigo
en el pozo que habíamos estado cavando durante todo el día, no podía imaginarme
como se les había ocurrido armar la carpa sobre la excavación, la caída se
prolongaba infinitamente, “.... Pablo ....Pablo,
te dormiste, ...dale que paso media hora, tenemos que seguir caminando”, fiuuuu
.....que salvada!!!! la modorra del almuerzo me había hecho siestar un rato.
El almuerzo había constado de algunas latas de carne envasada, pan
y agua que juntáramos de una corredera por la que habíamos pasado unos
kilómetros antes, por entonces como estas excursiones eran frecuentes y algunas
duraban varios días ya sea por arroyos, lagunas o esteros del alto delta del
Paraná nos vacunábamos contra el tifus y otras yerbas para evitar contraer
algún mal proveniente del agua que nos proveíamos de la naturaleza.
Repuestas las fuerzas, ya casi olvidado el soñado episodio del
espíritu del Chaná en su canoa, seguimos rumbo a nuestro destino por la senda
sobre la cual desfilaran a pie descalzo muchísimos años atrás los integrantes
del pueblo Chaná ya extinto*.
A pesar de nuestra corta edad que promediaba los 13 años, la vida
al aire libre nos había emparentado mucho con los nativos que habían existido
en aquella región, ellos vivían principalmente de la caza y de la pesca, y
nosotros si bien no nos sustentábamos de esta forma primitiva ya para entonces
éramos hábiles en proveernos de la flora y fauna para aumentar los ingredientes
para el guiso. La gomera era un adminículo que utilizábamos a la perfección
para hacernos de torcazas que agregábamos a la polenta y en la ciudad en las
calurosas siestas de verano esta horqueta con sus tirantes de goma y el trozo
de cuero que portaría la piedra era excelente para los torneos de puntería, los
focos de la luz callejera de la época eran blancos irresistibles, dominábamos
el uso del pega-pega que nos proveía pajarracos que corrían la misma suerte que
las torcazas, la pesca era nuestro pasatiempo favorito y éramos diestros en el
uso de anzuelos, tanzas, boyas y plomadas, cuando la cosa venia de
supervivencia, solo llevábamos anzuelos, el resto era muy fácil a la hora de
pescar, todos aportaban los cordones de las zapatillas o zapatos que anudados
entre si se transformaban en un cordel bastante largo, con algún trozo de rama
bien seco casi podrido improvisábamos una boya, y a modo de plomito lo que
mejor resultaba era un trozo de espinillo bien verde o alguna piedra,
arrancábamos encarnando con insectos, gusanos, caracoles o lo que fuera que siempre
abunda en la orilla de un curso de agua, así pues con la pesca no solo habíamos
comido todo tipo de pescados sino también rayas, anguilas y cangrejos, para
entonces además ya habíamos probado, víbora, iguana y cuises.
En la zona de islas no teníamos la suerte pero en las zanjas
cercanas a la sede de nuestro grupo scout, las ranas también iban a parar a la
bolsa. Teníamos dos consignas “todo bicho que camina va a parar al asador” y
“nunca tumbes un animal que no estas seguro que te vas a comer”. Cuando acampábamos
en lugares menos agrestes que las islas del alto delta, la caza y la pesca
resultaba mucho mas sencilla, todo lo resolvíamos con una bolsa de arpillera,
allí iban a parar gallinas y verduras de alguna chacra que estuviera en la
zona, los animalitos y las hortalizas se mostraban muy mansitas, de lo que
había que tener cuidado era de los perros guardianes y de la escopeta del
chacarero.
Esta excursión al cementerio indio tenía como principal objetivo
la arqueología y como el proveerse alimento de la naturaleza toma mucho tiempo
para el resto de las comidas llevábamos víveres para cocinar.
Los Tigres y los Águilas éramos dos equipos de un grupo scout y
días antes había caído en nuestras manos un mapa muy poco conocido de la zona
de islas del alto delta del Paraná, hacia el occidente el mapa arrancaba en la
zona de Los Marinos que habitualmente era a la que íbamos a acampar y pescar,
esta zona debía su nombre al hecho de que
allí había abandonados un par de barcos de guerra que habían escapado de
la segunda guerra mundial, y en su huida mas bien hacia la deserción que
escapando del enemigo avanzaron hasta donde la profundidad de las aguas le
permitieron, la tripulación que allí desembarcara proveniente de ultramar hizo
que los lugareños apodaran la isla del desembarco con el nombre de Los Marinos.
En nuestras acampadas en esa región aprovechábamos nuestra habilidad en el uso
de las sogas para escalar tremendos barcos, explorar su interior era todo un
desafío, el encalle hacia que estuvieran medio recostados en un ángulo de 45°
lo que dificultaba mucho el caminar por sus cubiertas, a riesgo de ir a parar
al agua, descender o subir las pequeñas escalerillas para ir de una cubierta a
otra también era complicado, los pasillos de las cubiertas inferiores los
teníamos que recorrer a luz de linterna puesto que la luz solar ya no llegaba
hasta allí.
Hacia el oriente el mapa mostraba una topografía repleta de
arroyos y lagunas, en líneas de puntos estaba marcada una senda que se
internaba isla adentro, a la mitad de su extensión estaba cortada por un río,
justo en esta intersección, una cruz indicaba según las referencias:
“cementerio”, esta marca mostraba como la cultura aborigen fue arrasada sin
contemplación alguna, el cementerio era real lo que no era real era indicarlo
con una cruz cristiana puesto que los Chanás de esos pagos no habían tenido la
mas mínima idea de lo que era el cristianismo.
Esa senda desconocida y la enigmática crucecita del cementerio fue
para nosotros como un imán comparable a un mapa de un tesoro escondido en manos
de un pirata, aparte mas de uno de nosotros ya estaba totemisado con un nombre
indio como es tradición en los scouts y los que dejábamos de ser carapálidas
formábamos la tribu Chaná Timbú, por lo tanto nos entusiasmaba mucho recrear
nuestro juego en la geografía de quienes considerábamos fueran nuestros
ancestros postizos.
Consultamos con los pescadores mas antiguos que habitaban la isla
Los Marinos y nos informaron que aquello no era un cementerio donde enterraban
a los muertos, sino lo que quedaba de los asentamientos de una pequeña
comunidad Chaná, y así como a la zona de Los Marinos donde estaban encallado
los barcos fugitivos le llamaban Cementerio de Barcos a este lugar también le
llamaban cementerio indio, de allí que nuestra excursión tomara el carácter de
arqueológica. Es muy probable que allí también estuvieran sus restos mortales.
Faltando ya poco para llegar al enigmático destino cuando a
alguien se le ocurrió hacer un repaso de los elementos de acampe que cada uno
traíamos en las mochilas, mientras caminábamos el sendero siempre en fila india
arranco el Goru diciendo: “la carpa que a esta altura parece pesar una tonelada
y me esta partiendo la espalda esta asegurada”, siguió el Cabezón: “el
botiquín, esta siempre listo en mi mochila”, continúe yo preguntando “¿Ariel
vos agarraste las ollas que yo deje al lado de tu mochila cuando hicimos el
reparto?”, .....Arieeel escuchaste?, “....yo, yo... pensé que esas eran las que
sobraban y que vos ya habías guardado alguna en la tuya”, se hizo un silencio
bastante prolongado, estábamos todos pensando como cocinaríamos arroz o fideos
siendo que las ollas habían quedado en el local del grupo scout, rompió el
silencio Papa(abreviatura de Papagayo) “¿....Pa... Pa ...Pablo...e.... e...esa
ca... ca... caja de pes...pes...pesca que lle...lle...levas en la mano (por
suerte embalo de su habitual tartamudeo) es de metal?, antes de contestar no
pude menos que pensar como quedaría mi pobre caja de pesca recién restaurada y
pintadita después de ponerla sobre la fogata para cocinar, muy a mi pesar
respondí que si, “.... ya....ya....es...es...esta so... so... solucionado,
cocinamos en la caja de Pablo”, las soluciones que siempre sacábamos de la
galera esta vez no me gustaba ni medio.
Cerca de las 2 de la tarde vemos a la distancia una loma, un solo
árbol y la senda que se interrumpía por un río, el fin de la senda en la
pequeña barranca hacia ver que ese seria nuestro destino.
. ...esto tiene menos pinta de cementerio indio que el patio de mi
casa!!!, .....dejá de rezongar y veamos si podemos establecer algún patrón de
reconocimiento. Ya con el equipo en ronda y reponiéndonos de nuestra sed porque
el agua del río que corría a buena velocidad era fresca y bastante limpia, nos
dispusimos a dilucidar si ese era el lugar correcto. El muy pillo de Alazán nos
dejaba correr en nuestras disyuntivas, luego nos enteraríamos que el ya tenía
certeza de que estábamos en el lugar correcto.
Nada que ver con si estábamos en el lugar indicado o no, pero muy
entusiasmado veo que en la orilla del río hay una canoa amarrada a una estaca,
y a pocos metros cerca del único árbol del lugar había una bacha metálica de
una pileta de las que suele haber en las cocinas apoyada directamente sobre el
piso, un poco mas lejos un chancho que al parecer seria del dueño de la canoa,
¡¡¡.....muchachos ya encontramos donde cocinar!!!!!, las medidas de la bacha
eran mas generosas que las de mi caja de pesca, el problema que la podredumbre
que tenía adentro era espantosa, como el resto no tenían ni medio problema en
cocinar en mi caja de pesca, si quería salvarla de las llamas tendría que dejar
reluciente lo que nos dimos cuenta era el comedero del chancho. Esta discusión
nos había distraído de nuestra incertidumbre de si estábamos en el lugar
correcto. Fue entonces cuando Alazán que si bien no era nuestro animador estaba
oficiando como si lo fuera en aquella excursión, nos llama y nos dice señalando
la loma.... vieron que en la zona de Los Marinos donde acampamos siempre las
casas y ranchos están construidos sobre pilotes de madera..... si, obvio, por
las crecientes, contestamos algunos, ....bueno, sigue Alazán, esa loma cumple
la misma función, ese promontorio no es natural, fue hecho por una comunidad
Chaná.... a eso le llaman el “cementerio indio”, que decepción, nos quedamos
medio mudos mirando la loma que tendría unos 50 metros de diámetro por unos
cinco de alto, .....eso que ustedes ven ahí tiene mas de trescientos años y
esta compuesto por una capa de tierra y una capa de pasto, una de tierra y una
de pasto y así hasta llegar a la altura donde ni la creciente mas alta les
impediría tener sus chozas y hacer sus fogatas... ese promontorio que les
permitiría sobrevivir a la creciente les llevaba varios años construirlo, a
medida que colocaban tierra y pasto iban apisonando y si a mitad de camino los
sorprendía alguna creciente imprevista tenían que moverse hasta alguna
comunidad vecina para esperar la bajante que les permitiría continuar con el
trabajo, mientras Alazán nos iba contando lo que le había dicho el viejo Zapata
cuando nos informáramos sobre el cementerio en Los Marinos, nuestra imaginación
empezó a volar y en un momento parecía verse a toda una familia Chaná en la
inmensa tarea de construir el terraplén, allí todos estaban unidos y en
perfecta armonía con la naturaleza, el río, las lagunas y esteros que se
repartían mita y mita con la superficie terrestre, les proveían de todo lo que
necesitaban para la subsistencia, su historia mas ancestral les decía que sin
el recurso precioso del agua su vida no seria factible y lejos de tomar las
crecientes como algo malo habían aprendido a convivir con ellas. Para entonces
la cosa ya había tomado la dimensión de nuestras expectativas iniciales, aquel
promontorio encerraba una historia impresionante, Alazán nos seguía
contando.... los Chaná tomaban de la naturaleza solo lo que necesitaban, cuando
un adolescente quería ser considerado entre los adultos, lo anunciaba en la
comunidad y luego de una noche de ceremonias y festejos antes de salir el sol
tomaba la canoa mas vieja y tendría que viajar muchos kilómetros en total
soledad hasta dar con un árbol que tuviera su tronco lo suficientemente grande
para con el poder construir una nueva embarcación, solo con ella podría
regresar, y demostrarle a los suyos que ya estaba preparado para poder afrontar
los desafíos que le deparara la vida, esta prueba muchas veces duraba varios
meses, pues una vez derribado el árbol tendría que esperar al menos un mes para
empezar a tallarlo y la subsistencia en solitario le robaba casi todo el día,
sin haberse asegurado al menos alimentos para varios días no podía darse el
tiempo para socavar el tronco, cuando la comida comenzaba a escasear tenía que
abandonar la tarea para volver a proveerse y así entre la pesca y la caza la
canoa iba tomando forma, en lo que durara el proceso tendría que aplicar todo
lo aprendido de sus mayores, procurarse un refugio, proveerse de fuego, y
aplicar las artes de la caza y la pesca.... cuando Alazán termino su relato el
silencio entre nosotros era total, estábamos plenamente imbuidos en lo que
hubiera sido aquella forma de vida tan apasionante, transcurrieron algunos
minutos hasta que rompe el silencio el Ale que era guía de los Tigres.... Pablo
anda a fregar el comedero del chancho si queres salvar tu caja de pesca de las
llamas y el resto vamos a armar el campamento, muy para mi desgracia pude
observar que la bacha como toda pileta de lavadero tenía en el fondo el agujero
de desagote tapado con un trozo de tronco que oficiaba de tapón y este
seguramente no resistiría la acción del fuego, lo que hizo que aceptara que al
regresar a Rosario tendría que volver a restaurar mi caja de pesca.
Mientras algunos armaban la carpa otros ya habían preparado el
fogón para cocinar, como yo era el cocinero el tener que sacrificar allí por
propias manos mi reluciente caja me hacia ver
aquel pozo con su trípode arriba cual si fuera un instrumento de tortura
medieval.
Para plasmar nuestras aspiraciones arqueológicas habíamos decidido
hacer un pozo en el montículo, el que taparíamos antes de irnos para dejar el
sitio sin mayores signos de intromisión, para tal efecto contábamos con tres
palitas lineman de las que usaran los soldados para cavar trincheras compradas
en un negocio de rezagos del ejercito, como habíamos tomado la precaución de
afilarlas antes de salir, cavaban perfectamente.
Toda nuestras expectativas eran ver en el corte del pozo las
distintas capas de tierra y pasto por las que estaban formado el terraplén, la
gran sorpresa fue cuando luego de los primeros cuarenta centímetros de
excavación aparecieron trozos de barro cocido pertenecientes a algún cacharro
Chaná, con gran detenimiento las fuimos rescatando y pudimos ensamblar algo
parecido a un cuenco.
Setenta centímetros de pozo y seguían apareciendo trozos de
arcilla cocida, a pesar de que estaban fragmentadas se conservaban a la
perfección, se podía advertir las distintas coloraciones y algunas todavía
mostraban alguna guarda decorativa.
Estábamos en plena tarea de cavar cuando se acerca el Indio(Rubén),
este era un personaje de aquellos, súper bromista y rompía los cocos
continuamente, su apodo caía a la perfección en aquellas circunstancia, cuando
hablábamos de los Chanás a el le decíamos que eran sus parientes,.....
muchachos me llevo una pala, me agarraron ganas de cag.... y ya que estamos voy
a improvisar una letrina atrás de aquellos pajonales. Aprovechamos la
interrupción para tomarnos un descanso y comentamos que ya siendo media tarde
era hora de preparar un mate cocido, le pegamos el grito a Juanchiviro(Omar)
preguntándole si el pan de cazador que estaba sobre las brazas ya estaba listo,
a lo que nos contesta que le metamos pata con el mate porque ya le faltaba
poco.
Estoy regresando de juntar agua del río para hacer el mate cocido
cuando lo veo salir al Indio de atrás de unos pajonales a los gritos pelados,
me dije para mi .... este se limpio el traste con una ortiga, vino hacia
nosotros con la cara desorbitada y pálido como la leche, trataba de decir algo
pero las palabras no le salían de la boca, señalaba insistentemente hacia los
pajonales y como no hilvanaba para poder explicarnos que sucedía, nos fuimos al
lugar, allí había un pozo que seguramente era el que había cavado para la
letrina, pensamos que se le habría aparecido alguna víbora, nos señala adentro
del pozo y cuando nos asomamos vemos apareciendo entre la tierra la órbita de
un ojo y lo que hubieran sido las fosas nasales de un cráneo, nos temblaron las
piernas y no sabíamos que hacer, salimos rajando a contarle a Alazán del hallazgo,
ni por asomo imaginábamos tener que lidiar con una tumba humana. ....Tranquilos
muchachos los Chanás no enterraban sus muertos, los dejaban en algún lugar bien
lejano para que los caranchos se hagan cargo de el y la próxima creciente
arrastraría la osamenta hasta el infinito, vamos a investigar...., mas
tranquilos regresamos con Alazán al pozo, cavamos solo un poco para poder sacar
el cráneo y pudimos comprobar que era de un chancho, nos reímos del susto que
se había pegado el Indio y regresamos al campamento.
Estaba viendo como improvisar para colgar la caja de pesca del
trípode así le daba curso al mate cocido, cuando Walter grita....muchachos
miren quienes vienen allá!!!, apareciendo de atrás de unas pajas bravas por el
sendero vemos acercarse a tres raiders de nuestro grupo, como todo equipo
traían una cantimplora por cabeza un rifle de aire comprimido y lo mas
espectacular ¡¡¡dos ollas!!!, nos cuentan que habían pasado por el grupo a
media mañana y viendo las ollas en el local apostaron a que ¡¡¡¡seguro que
estos salames se las olvidaron!!!, estos tíos con sus 17 años vivían mas en la
isla que en Rosario y la excusa de las ollas no los hizo dudar un segundo en
improvisar una salida imprevista, nos dejan las ollas y se van diciendo que
habían dejado su campamento en Los Marinos y que a esta altura gran parte del
regreso lo tendrían que hacer de noche, no lo podíamos creer se habían caminado
una pila de kilómetros solo para traernos las ollas. Sin cadáver humano en el
pozo y con las ollas en nuestro poder la cosa estaba perfecta.
Estábamos terminando de tomar el mate y de digerir el pan de
cazador que era un verdadero mazacote cuando vemos aparecer por el mismo
sendero por el que se fueran los raiders a un isleño cargando unas cuantas
nutrias en una mano y la escopeta en la otra, al tradicional saludo de
...buenas....buenas, le agregamos ...¿se toma un mate calentito?, se agrego a
la ronda y luego de las presentaciones nos contó que vivía cruzando el río a un
par de kilómetros por el sendero, nos contó algunas historias bastantes
tenebrosas del lugar, después de terminar el mate subió el chancho a la canoa y
se fue..... ¡¡¡....locooo escucharon lo que contó del chancho!!!!, entre los
cuentos que nos había hecho el que nos dejo helados fue el del indio pendenciero,
-”cuando chico este isleño, contaban que en la zona por la noche se aparecía el
anima de un Chaná y decían los cuentos que para que no atacara a ningún
cristiano le dejaban como ofrenda un chancho cada vez que salían a cazar por
esa zona. Hacia cinco años cuando él regresaba ya de noche con sus nutrias,
encontró al chancho que dejara, muerto faltándole el cuarto trasero y
atravesado por una flecha”-. No te podes creer semejante verso dijo el Cabezón,
el Ale agarro una de las palas y diciendo que iba a desenterrar los restos del
chancho que encontrara Rubén(el indio) enfilo para el pozo, fuimos todos tras
el..... y para nuestra sorpresa junto con los huesos del animal encontramos una
flecha casi intacta. Al instante se me vino a la cabeza el sueño del medio día,
trague saliva y pensé que no podía ser tan supersticioso, ....solo era un
sueño, lo que dijo Juanchiviro nos dejo un poco mas tranquilos: ....pero jugate
la cabeza que al chancho lo mato un vivo que se quería hacer un flor de asado y
lo de la flecha lo hizo para despistar.
La cosa quedo ahí, un par se fueron a lavar las cosas del mate,
dos mas nos fuimos a probar suerte con la pesca y el resto siguieron con la
excavación, el Ale se puso a instalar un toldo sobre el fogón de la cocina que
estaba casi debajo del árbol, no le gustaban ni medio unos nubarrones que
aparecían en el horizonte hacia el sureste, nos quedaban todavía algunas horas
de luz, como estábamos en verano el sol no caía hasta pasadas las 20,30 hs.
Cuando los topos llegaron al metro veinte de profundidad, hicieron
un hallazgo muy interesante. Topo le habíamos puesto al rol de cavador, por lo
general cavábamos de a tres puesto que eran tres las palas que teníamos, al
poco rato de cuando arrancáramos con la excavación alguien dijo....che anda a
llevarle un poco de agua a los topos, haciendo referencia a los tres que
estaban cavando, de allí en mas, se popularizo el termino.... che anda a hacer
de topo un rato, ....che avisale a los
topos que esta lista la comida, ....che no te hagas el bolu..... vos hiciste de topo una sola vez, ¿....loco y
si hacemos una lista de turnos rotativos para hacer de topos?, etc., el Indio,
como siempre con sus bromas, decía .... che decile a los sepultureros que vengan
a tomar el mate.
La cuestión que al llegar al metro veinte uno de los topos rescato
de entre la tierra la punta de un arpón y varias puntas de flecha, las puntas
de flecha estaban hechas con caparazón de ostra puesto todavía se advertía el
nácar de las mismas, y el arpón parecía de piedra pero en realidad era ostra
petrificada, lo que indicaba que los Chaná en sus canoitas recorrían muchos
kilómetros porque ese material recién se encuentra en la zona de Victoria que
no esta a menos de cincuenta kilómetros de distancia.
Como si fuera casualidad, Alazán que había salido a caminar río
abajo, regresaba con un manojo de unas varillas muy derechas que según nos
dijera eran de Jarilla, traía media docena del tamaño de una laza de unos
2,50 mts de largo, una veintena del
tamaño de una flecha, y algunas mas gruesas de 1,20 mts, sin mas tramite nos
pusimos a confeccionar lanzas, flechas y
arcos, a las dos primeras le hacíamos puntas bien afiladas que luego metíamos
entre las brazas para que la madera se quemara un poco y así quedaban bien
duras, a los arcos los improvisábamos con una tanza gruesa de las que teníamos
para pescar, esto ya lo habíamos hecho en otros campamentos y organizábamos
competencias de tiro, teníamos varias modalidades: tirar a la mayor distancia
posible o a ensartar en un circulo que dibujábamos a la distancia, otra era
armar con paja brava un bulto al que tendríamos que ensartar ya sea con las
lanzas o las flechas. Mientras algunos hacían de topos el resto nos divertíamos
con el improvisado pasatiempo.
Para las 20 hs los nubarrones que habíamos visto en el horizonte
los teníamos arriba nuestro, a Germán se le ocurrió que no seria mala idea
trasladar la carpa arriba de la excavación, porque si se largaba a llover se
nos iba a inundar, la carpa era grande sin piso lo que permitiría tapar el pozo
y algunos podrían dormir en el espacio restante, el resto dormiría debajo del
toldo de la cocina. A mi esta idea no me gustaba ya que recordé el sueño del
medio día y cerraba el porque de la carpa armada arriba de la excavación, no
obstante me parecía una estupidez argumentar lo del sueño para hacerlos cambiar
de iniciativa, como al resto le pareció muy acertado en un santiamén la carpa
fue trasladada.
Estábamos rendidos, por la caminata y el traqueteo del campamento,
ya cayendo el sol nos agarro la nostalgia del atardecer, dispusimos todo para
pasar la noche, juntamos leña y nos pusimos a tomar mate alrededor del fuego,
nuestro animo estaba como el día, ya en su ocaso, un poco en broma y un poco en
serio entre mate y mate le dábamos vuelta a la historia del Chaná pendenciero,
alguien se levanto y prendió los dos faroles a kerosén que teníamos para
alumbrarnos, y ya caída la noche, la cosa había pasado mas a serio que a broma,
la verdad que el julepe era generalizado, lo que en otras ocasiones hubiera
sido hecho de a uno para entonces había cambiado.... che acompañame a la carpa
a buscar tal cosa.... che ayudame a buscar agua en el río.... che iluminame con
el farol para ir a la letrina y así todo lo que había que hacer lejos del fuego
sin ningún acuerdo de por medio se hacia de a dos o de a tres, ...tenemos que
tranquilizarnos un poco no podemos ser tan supersticiosos!!!!.... si, la teoría
es muy linda, yo se que las brujas no existen pero que las hay las hay dijo el
Ale. Muchachos yo se que todo esto es una pavada.... pero mejor es prevenir que
curar... propongo que vayamos hasta lo de Pelay(el isleño de las nutrias) y le
pidamos prestado el chancho, desembucho Víctor Hugo que era el mas preocupado y
para colmo séptimo hijo varón, este candidato siempre en los campamentos un
poco en broma y un poco en serio en las noches de luna llena nos hacia dormir
intranquilos por lo de la historia del lobizón. ¿Pablo vos tenés un calendario
de pesca en tu caja?, los calendarios de pesca tienen marcadas las lunas puesto
que dicen que esto influye para el pique, ....¡¡¡no puede seeerrrr!!!! vociferó
Puli con el calendario en la mano, ....pueden creer que para completarla hoy
hay luna llena!!!!, ...ya esta, no lo pensemos mas y vamos a lo de Pelay a
buscar el chancho, ...mas vale prevenir que curar cerro el Cabezón. Sorteamos
entre todos para que dos se ocuparan del tramite, le toco al Puli y al Ale, nos
fuimos a la orilla del río el que tendrían que cruzar a nado porque la canoa
había quedado en la orilla de enfrente, ya desvestidos, les hicimos con un
plástico un buen atadijo para que puedan vestirse del otro lado y partieron a
nado uno con el atadijo de ropa y el otro con un farol dentro de una de las
ollas para poder cruzarlo sin que se mojara, al rato los vimos perderse por el
sendero rumbo a lo del isleño.
Nos pusimos a cocinar y confiados que vendrían con el chancho el
animo estaba mucho mas tranquilo.
Ya comidos, habrían pasado como 2 horas cuando a lo lejos
escuchamos ...arre cochino... arre cochino, ya mas cerca se ve que la buena
predisposición de Pelay y con el chanco en su poder tenían ánimos hasta para
hacer bromas porque se escuchaba clarito la vos del Ale.... arre cochino... que
te vamos a dar bien de comer.... lastima que después vas a terminar atravesado
por la flecha del Chaná pendenciero... jajaja... y Puli cantaba Lunita Tucumana
que alternaba con estruendosas risotadas. Loco... este Pelay es un fenómeno!!!
gritaron cuando ya estaban al borde de la canoa, por suerte estaba esta
embarcación para volver a cruzar el río y por suerte el chancho se ve que
estaba acostumbrado al cruce, porque sino hubieran ido a para todos al agua,
estos dos locos no acertaban con el uso de los remos, sentados ambos en el
banco del remero maniobraban un remo cada uno y mientras uno le daba para
adelante el otro le daba para atrás, ellos estaban en un mundo aparte, jajajaj..... jojojojo... y cantaban a dúo la
mar estaba serena....serena estaba la mar..., para entonces nos dimos cuenta
que no estaban en sus cabales porque giraban en círculos y mientras tanto la
corriente los llevaba río abajo....jajajaj ... la mar estaba serena .....serena
estaba la mar...., seguían como si estuvieran de farra, nosotros los seguíamos
desde nuestra orilla dándole indicaciones de como tenían que remar, terminaron
llegando casi un kilómetro mas abajo y los tuvimos que ayudar a desembarcar, el
Ale no largaba una botella de ginebra que tenía debajo del brazo, ....loco
tomen, decía mientras nos daba la botella.... se las manda Pelay para que empinen
unos tragos así se les va el julepe..., se ve que los dos sabandijas vinieron
todo el camino sacándose el miedo porque la botella estaba vacía y allí nos
dimos cuenta de por que estaban tan alegres.
Llevamos los dos mamados a la carpa, pusimos las mochilas en el
borde del pozo para que no vayan a parar adentro y los metimos en las bolsas de
dormir, no terminamos de acomodarlos que ya estaban roncando.
Tranquilos porque teníamos el chancho en el campamento, sorteamos
un turno de guardias por si las moscas y se fueron todos a dormir, como a mi me
toco el primer turno de guardia agregue unos leños a la fogata, puse la pava en
el fuego para matear y me acomode con la espalda apoyada contra el árbol. La
noche totalmente oscura y el cielo plagado de estrellas, por suerte las nubes
se habían disipado.
Estaba por la segunda pava de mate cuando quede deslumbrado por el
espectáculo que producía el inmenso disco plateado que empezaba a surgir por el
oriente sobre el horizonte, el reflejo que producía sobre el río lo torno de un
plata perfecto y resplandeciente, quede totalmente petrificado cuando al igual
que en mi sueño del medio día veo deslizarse por el agua la ya conocida figura
del Chaná dándole envión a su canoa con una caña, no podía moverme siquiera y
mas me inmovilizaba cuando advertía que enfilaba directamente hacia mi, atracó
la canoa en la orilla y a paso tranquilo se me fue acercando, en mi
desesperación le grite a los muchachos pedidos de auxilio, pero mis palabras
salían de mi boca totalmente mudas. Aquel rostro tan amable y sereno me
tranquilizo de inmediato, pero mi cuerpo seguía sin poder hacer movimiento
alguno, cuando lo tengo enfrente puedo observar que este muchachito tenía casi
mi misma edad y con una vos muy agradable me dice: .....hace tres lunas que
vengo navegando en busca de este árbol para construir una canoa, pero por lo
que veo ustedes están haciendo un uso de el tan loable como el mío ya que
seguro estarán aprovechando la sombra que les da durante el día y los repara de
la cerrazón de la noche, también veo que sus ramas secas los ha provisto de
leña para el fuego, pude mover un brazo y a modo de ceremonia de amistad lo
extendí ofreciéndole un mate, lo tomo sin saber que era pero lo sorbió muy
despacio demostrando plena confianza en el desconocido, se sentó junto al fuego
y empezó a contarme que como aspiraba a ser considerado por su comunidad, había
salido como era costumbre entre ellos en busca de un árbol con un tronco
adecuado para construir una canoa y solo con ella podría regresar con los
suyos, me pregunto si se podía quedar hasta que nosotros nos fuéramos para no
dejarnos sin reparo en nuestro campamento, ya habíamos compartido varios mates
y como si fuéramos grandes amigos charlamos largo rato, el me contaba de sus
cosas y yo de las mías, ya en confianza me dijo que el todavía era un poco
joven para la prueba que estaba afrontando pero que se había decidido a pasar
el desafío porque estaba muy enamorado de una jovencita de su comunidad y
contaba conque si salía exitoso de la prueba seguro que esto iba a influir para
poder conquistar su Corazón, ya que estábamos en tren de confidencias le conté
que a mi también una chiquilina me robaba el sueño por las noches. La charla se
ponía cada vez mas agradable y fue cuando me señalara lo que yo llevaba colgado
del cuello, era el medallón de mi tótem, lo levante un poco para mostrarle un
trozo de cuero adornado con trenzas y ornamentos del mismo material, llevaba
grabado mi nombre de tribu “Castor ingenioso”, le conté que yo pertenecía a la
Chaná Timbú, ...somos casi hermanos puesto que yo pertenezco a la Chaná me
respondió y mostrando el que el tenía en su cuello me dice que su nombre es
“viento que llega lejos”, el suyo era mas trabajado, estaba compuesto de un
tejido de alguna fibra vegetal y adornado con pequeñas ostras, caracoles y
vértebras de pescado, se lo saco y me lo ofreció, yo hice lo mismo con el mío y
con este intercambio sellamos un pacto de amistad.
....Pablo.....Pablo, el tema era que hicieras guardia, no que
durmieras como un bendito, el Ale que era a quien le tocaba el segundo turno de
guardia, con los manotazos que me daba en el hombro me hacia ver que había
estado soñando nuevamente, .... ¿que es eso que tenés en el cuello? me
pregunta, sorprendido tocando con mi mano el collar de caracoles y ostras que
tenía en mi cuello le respondo: ....haa, esto lo hice para no aburrirme
mientras hacia guardia y sonriendo me fui para la carpa, sentí una brisa fresca
sobre la cara y cuando escuché el tintinear de mi nuevo collar producido por una
ráfaga imprevista, reconocí el saludo y levante mi mano diciendo..... “hasta la
próxima.... “viento que llega lejos”.
* Queda descendencia mestiza
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