Desamarrados, flexibles
y resilientes
A nivel
laboral el término “carrera” designa el canal en el que se encauza una
actividad. No se trata de quien llega primero o segundo, sino de un camino o dirección
que brinda estabilidad a un sujeto. El concepto de “flexibilidad” y su
contrapartida la “resiliencia” apuntan a la no
aspiración a una dirección estable, sino al acomodamiento a las leyes
del “mercado laboral” por lo que a lo largo de la vida es esperable que un
trabajador realice muchos cambios de tarea, capacitándose una y otra vez en distintas
cosas… el efecto corrosivo es claro, no se trata ya de una identidad ocupacional,
sino de su dilución, que siempre fue punto de amarre importante para el sujeto,
que lo llevó en la historia desde la edad media, a la organización de lazos sociales
a través de gremios y Mutuales de ayuda, y con la revolución industrial a la
creación de sindicatos en defensa de los derechos de quienes poseen una
identidad laboral común.
En las
crisis se ven los efectos de la dilución, En Argentina 2001 hacía guardias de
salud mental en un hospital y ante la pérdida de trabajo y de las seguridades,
los intentos de suicidios, los suicidios efectivos, las depresiones y crisis de
angustia aumentaron en forma exponencial, generalmente mas graves en personas que
no tenían el soporte de comunidades religiosas o barriales… hoy se diría que
ante la adversidad “no eran resilientes” cuando en realidad lo que
encontrábamos era flexibilidad y falta de lazos profundos con otros, vuelvo a
repetir, en los casos más graves. Lo denominado “enfermedad” era una cuestión
relacionada claramente al contexto político-social y los modos de producción. Las
empresas quitaron sus mascaras tan bien armadas de las Relaciones Humanas para
mostrar lo que se ocultaba respecto de su verdadero funcionamiento, la ilusión
de “gran familia”, “si te preocupas crecerás” y todas aquellas mentiras que se
dicen y que las personas aceptan creer, porque no se renuncia a determinadas
seguridades sin el armado de una ficción que cubra el funcionamiento real del
mundo del trabajo, esta pasa a ser “el sujeto como empresario de sí mismo”. En
poco tiempo la “mentira” organizada quedó al descubierto, para despedir gente
sin importar si trabajaban más o menos… simples números, generando un efecto devastador.
Si el
capitalismo deja al sujeto sin amarres ¿Acaso el Programa Scout no es una
posibilidad de brindar un anclaje a quien se encuentra a la deriva en un
permanente estado de tensión? ¿O puede convertirse en un espacio que en vez de
apuntar a la Formación del Carácter colabora con su corrosión? ¿La lógica de
las Organizaciones Scout imita la empresarial o tiene posibilidades de
convertirse en una hermandad que sustente a quienes trabajan en el movimiento? Quizás
el análisis de cómo opera la lógica neoliberal nos permita pensar si el
Programa que aplicamos es una respuesta adecuada o una continuidad corrosiva.
Como observa
Richard Sennet[1], en
nuestra época se ha alterando el sentido del trabajo humano. Nada es “a largo
plazo”, en el discurso empresarial se ha impuesto la ideología cortoplacista de
los “Equipos” y “Proyectos”, que tienen un inicio y fin para pasar a otro,
muchas veces con nuevos actores. Los Empresarios parten de la creencia
(es una cuestión de Fe que no tiene su correlato en la realidad) de que el
dinamismo del mercado implica que no se pueden hacer las cosas de la misma
manera, que hay que estar en un cambio continuo. La idea de Equipo de trabajo y
de red tiende a reemplazar la estructura de autoridad gracias a la tecnología,
pero en el fondo configuran un sistema más voraz que cuando existen jerarquías.
El
modelo de producción cambia de un sistema de logros de trabajo estable y
predecible, a un sistema de objetivos
por el cual el sujeto se orienta, sin disponer de procesos previos de
donde partir y sin la posibilidad de hallar la calma que produce el “lo he
logrado”. Los cambios en la materialidad del trabajo han provocado cambios que
en relación al Carácter actúan de forma corrosiva. El cortoplacismo y el
trabajo en equipos y proyectos asestan
un duro
golpe a la lealtad, compromiso y confianza entre las personas que necesitan de
mucho tiempo para poder establecerse, pasando a ser una cuestión “formal” (de
buenas formas), de acordar reglas, construirlas en equipo y respetarlas.
El
trabajo se centra en el Proyecto pero se descentra de las relaciones
sinceras con otros. Es el
crimen perfecto: Ya no hay una empresa o un jefe al que señalar o
desobedecer, el conflicto se traslada al “equipo” pero dentro del mismo es casi
invisible, opera en función de las exigencias de la Organización… los
protagonistas actúan la escena formal donde está todo bárbaro y “la que pasa
por dentro” lo que los lleva a los excesos de que el trabajo invada toda su
vida.
¿Qué ocurre
cuando el sistema de Equipos empresarial se traslada a la órbita familiar?
Sennet relata experiencias de los padres que realizan grandes debates y
conversaciones con sus hijos en busca de acuerdos sobre distintos temas
familiares, eludiendo decir esa primera palabra que se aprende y que tanto
cuesta: No. ¿Entonces qué pasa? “Si se practica en casa, el trabajo en equipo es destructivo, y
refleja una falta de autoridad y orientación en la educación de los niños
(…) padres que escuchan demasiado bien, comprenden todo maravillosamente en
lugar de imponer la Ley. Y han visto el resultado: niños maravillosamente desorientados”. Cuando los padres dejan
de ocupar el lugar de regulación, límite, Ley; los sujetos quedan liberados a
su pulsión porque el deseo es otra cosa, de hecho el crecimiento de la
“patología” de déficit atencional se observa en las sociedades capitalistas y
se conjuga en combinación con otros factores… la modalidad de producción en la
que trabajan los padres, la ausencia de
orden y organización en los hogares, el reemplazo de las funciones paterna y
materna por una lógica de consumo indiscriminado de objetos.
¿Y qué
sucede si la lógica empresarial se traslada al sistema de patrullas? Veamos primero que piensa Sennet de los
equipos y luego analicémoslo comparando los sistemas: “las relaciones de poder contenidas en el trabajo en equipo, el poder
ejercido sin llamadas a la autoridad, está muy lejos de la ética de la
responsabilidad personal que caracterizaba a la antigua ética del trabajo (…)
el trabajo en equipo no debería tener un derecho mayor, con sus ficciones y su fingida idea de comunidad. (…) el nuevo
ethos cooperativo del trabajo en equipo pone en el lugar de amos a los
«facilitadores» y «gestores de procesos» que soslayan el sincero compromiso con
sus subordinados.”
El trabajo en equipo es una ficción
que se centra en un proyecto o tarea donde se establecen acuerdos, se
construyen y reconstruyen las reglas de trabajo, constituyéndose una lealtad y
confianza formal dentro de un lazo licuado, de allí la falta de profundidad en los
vínculos, ya que las relaciones que se establecen son efímeras y culminan con la
tarea.
El trabajo
en Patrulla es una ficción que se centra en la vivencia de un grupo, donde el
acuerdo básico es la adhesión voluntaria a una Ley que
conforma la fraternidad y direcciona el trabajo, constituyendo una lealtad y
confianza profunda porque el lazo social va mas allá de la tarea. Los proyectos
son una cosa más dentro de la pequeña comunidad.
La autoridad
en el sistema de equipos no es visible aunque está hiper-presente, en el propio
“Plan de desempeño”. De lo que se trata – como hemos visto – es de una
operación sobre la subjetividad que disimula la rivalidad con las formas,
ensalza al sujeto como autosuficiente, “emprendedor” y superador de todos los
obstáculos, instaurando dentro de su
propio psiquismo una autoridad voraz que guía su tarea. Byung chu lan dirá que “la
libertad del poder hacer genera incluso más coacciones que el disciplinario
deber. El deber tiene un límite. El poder hacer, por el contrario, ninguno”[2]
La autoridad
en el sistema de Patrullas es visible, está distribuida en responsabilidades personales
concretas,
donde cada uno tiene claro qué se espera de él en el cargo que ocupa, siendo
líder en su función. La palabra “libertad” al compartir
el mismo origen que “Amistad” nos ubica en un terreno donde la confianza es
fundamento. “La libertad es una palabra
relacional. Uno se siente libre solo en una relación lograda, en una
coexistencia satisfactoria. El aislamiento total que nos conduce el régimen
liberal no nos hace realmente libres”[3] El filósofo Paul Ricouer diría "Porque alguien depende de mí, soy responsable de mi acción ante el otro".
En la Patrulla la
autoridad no estará disimulada por eso puede operarse sobre ella, en la propia
patrulla existen los límites y los deberes, junto a la posibilidad de crear
juntos, de la buena manera.
En el
sistema de equipos los “facilitadores” y “gestores de proceso” no se
comprometen subjetivamente con los equipos que coordinan, importa el Proyecto y
la elaboración de un “Plan de desempeño” que opera como trampa ideal: El sujeto
lo elabora con la colaboración del “facilitador” y a partir de objetivos es el
propio sujeto que se comprometerá más allá de sus posibilidades; diálogo
socrático y “servidumbre voluntaria”… El Gestor facilita materiales e
información pero deja librado al sujeto a lo que pueda hacer con ello. Richard
Sennet dirá que “El trabajo en equipo es la práctica en grupo de la superficialidad
degradante”[4]
En el
sistema de Patrullas los dirigentes se comprometen con chicas y muchachos de
forma sincera, por eso se ocupan activamente de formar a los lideres para que
puedan realizar las actividades de forma exitosa. La libertad es una experiencia
que solo es posible en la comunidad.
El sistema
de Equipos al estar centrado en la tarea prescinde de las historias previas y
los saberes comunitarios que los preceden. No hay recetas, hay que inventar, lo
que se convierte en un atolladero porque para inventar primero hay que saber.
Mediante la afirmación de los “animadores” y “gestores” se insiste en la
“positividad” expulsando la memoria, el límite,
los relatos, lo colectivo histórico, el desacuerdo y conflicto, soslayando
su existencia.
El sistema
de Patrullas toma muy en cuenta la historia, costumbres y los saberes que
forman parte del acervo cultural brindando un anclaje a una historia común
entre muchos. Se propone la invención pero a partir de un saber que la
sustente.
Como
vemos, reflexionar sobre estas cuestiones pueden ayudarnos a tener una idea de qué
ideología transmitimos con el escultismo que practicamos…habrá que seguir
avanzando en cómo pensamos la tarea, pero eso queda para el próximo escrito.
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