El tren se
detiene a las puertas de Ciudad Soya. Los Robots proceden a la descarga de los
distintos productos que serán enviados a descontaminación. Los huemules y las
timbúes bajan del tren y se quedan mirando en dirección a la Ciudad, que se
encuentra enclavada en las sierra. La imagen es impactante. Los enormes
murallones y el domo que la cubre donde se ven centenares de pequeñas luces
circulando que son parte de Argos, el sistema de vigilancia utilizado en todas
las Polis corporocráticas.
-
Sacha.
Wow!! Que lugar inmenso!
-
Mariah.
¿te asombran las luces? ¡no te imaginas lo que va a ser esta noche con las
estrellas! ¡Esas son luces verdaderas!
-
Piero.
¡Me olvidé el poncho!... voy a tener que recostarme al lado de alguien para no
morir de frio
-
Eleonor.
¡Sencillo Piero! Te metes adentro de la bolsa de dormir y te sentás con
nosotros al fogón, que es el único calor que vas a recibir
-
Todos.
Jajajajaja
Una
camioneta de colonia Tanti los estaba esperando, luego de un viaje por las
viejas y destruidas rutas llegaron a destino. Decidieron montar campamento en
un lugar llamado “el diquecito” desde donde se proveía agua la colonia para su
producción hortícola bajo cubierta; al igual que el resto de las colonias
comerciaban con los jerarcas de Ciudad Soya proveyendo de distintas hortalizas
orgánicas mejoradas por cruzamiento natural de especies, los que las hacía no
solo muy nutritivas sino sabrosas.
Como era
territorio de la Colonia, podían hacer fuego ¡y eso hicieron!. Las llamas
acariciaban el cielo de la noche oscura, Eleonor toma una guitarra y comienza a
tocar unos acordes. La noche empieza y las viejas – nuevas canciones vuelven a
sonar entre las sierras, las mismas poesías que durante poco más de un siglo
habían entonado miles de scouts que acamparon en el lugar vuelven a escucharse
en la silenciosa noche. Se siente la magia de los primeros Raiders en el aire,
parecieran que en ese fogón distintas generaciones de scouts se unen en un
abrazo invisible y silencioso que les regala la suave brisa. Kemal observa la
constelación de Orion y traslada a las Tres Marías la silueta de Verónica y la
imagina bailar en el cielo mientras, el suave viento golpea su cara… está
durmiéndose lentamente con una sonrisa en su boca… una fogata, canciones, y una
bailarina estelar que lo invita a soñar. El resto de las chicas y los muchachos
ríen.
Por la
mañana Maximiliam cocina su primer pan de cazador mientras Alina extrae un
queso de cabra de su mochila. Lo cortan en trozos y organizan un pequeño
desayuno acompañado por un rico mate-cocido endulzado con stevia. Mapas en mano
comienzan a trazar el rumbo
-
Kemal.
¡No Piero… agarrá la brújula! ¡asi nos vamos de nuevo para Ciudad Centro y
encima caminando!
-
Piero.
¡Dejenme a mí! Estuve estudiando eso de usar mapas en formato papel, sin GPS.
No es fácil pero tampoco parece difícil, es cuestión de práctica, que gire el
mapa no quiere decir que no sepa dónde está estamos
-
Eleonor.
Como eso es lo que te falta te ayudo
Eleonor se
acerca a Piero y ambos se tiran al piso brújula en mano y leyendo las distintas
curvas de nivel para pensar en caminos posibles. Piero se sonroja, nunca había
estado con una chica que no usara el clásico pelo con rodete y la ropa de la
corporación. Eleonor tenía tan suelto su pelo como la sonrisa; su tez,
bronceada por el sol, acentuaba el brillo de sus ojos… era muy difícil
concentrarse, pero luego de estudiar las cartas ambos.
-
Eleonor.
¿ves estas líneas? Nos van diciendo la altura. Según los vecinos hacia el lado
de “Los gigantes” aparecieron una gran cantidad de Amanita en las vertientes de
agua que van formando los arroyitos
-
Piero.
Por lo que veo acá deberíamos seguir por la Estancia “el Durazno”
-
Eleonora.
Si. El problema es que ahí hay una pequeña fábrica genética de Ciudad Soya, no
está muy custodiada pero debemos evitarla
-
Piero.
¿La podremos triangular?
-
Eleonora.
Sí… seguro… vamos a ver cómo
-
Piero.
¡Buenísimo! ¡Me encanta perderme en territorio desconocido!
-
(Risas)
Con las
mochilas armadas y en fila, se preparan para partir. A los Huemules se les sale
el corazón del pecho, la emoción los inundaba porque era la primera vez que se
iban a internar en la montaña “de verdad”, sin gps, corriendo riesgos
verdaderos. A Las timbúes les interesaba establecer vínculo con los Huemules,
para ellas eran gente que vestía raro y eran poco hábiles pero simpáticos…
Además la experiencia les iba a dar para grandes charlas en su grupo scout de
la Colonia.
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